El riesgo que implica no vacunarse

La vacunación no sólo tiene un efecto preventivo individual, sino que impacta en toda la comunidad. El rebrote del sarampión, un ejemplo de la importancia de las vacunas.

Icon Fecha 19 septiembre, 2019

En el siglo XX, la viruela causó más de 300 millones de muertes, una cifra que supera a las muertes causadas por las guerras mundiales, la gripe de 1918 y el VIH juntos. Hoy, es una enfermedad que quedó en los libros de historia gracias a la vacunación, que en 1980 permitió que fuera la única erradicada hasta la actualidad.

Las vacunas son la medida sanitaria más costo-efectiva después de la provisión de agua potable. Cada año, evitan entre dos y tres millones de muertes por difteria, tétanos, tos convulsa, gripe y sarampión en todos los grupos de edad. Sin embargo, y pese a que su seguridad y eficacia están ampliamente probadas, todavía hay muchos lugares donde el acceso a la vacunación no está garantizado y otros donde los grupos antivacunas se resisten a la inmunización.

El ejemplo del sarampión

Los efectos de no vacunar son evidentes. Un ejemplo claro es lo que está ocurriendo con el sarampión. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que los casos reportados se triplicaron en los primeros siete meses de 2019 respecto de igual período de 2018, la cifra más alta desde 2006.

En la Argentina, en la última semana la Secretaría de Gobierno de Salud de la Nación emitió un alerta epidemiológica tras confirmarse tres nuevos casos de sarampión y que ya haya un total de 12 confirmados en lo que va del año. Además, dispuso que los bebés de entre 6 y 11 meses reciban una “dosis cero” de la vacuna –que no cuenta como una de las dos que deben recibir todas las personas para estar inmunizadas- a fin de proteger a ese grupo de edad, ya que la primera dosis de la vacuna debe aplicarse al año de vida.

En lo que va de 2019, la República Democrática del Congo, Madagascar y Ucrania encabezaron el número de notificaciones. En Europa se reportaron cerca de 90.000 casos en los primeros seis meses del año, lo que supera al total de 2018 y es el número más alto de la década. Estados Unidos, en tanto, vive el peor brote epidémico de los últimos 25 años, impulsado por los movimientos de resistencia a las vacunas.

Por estos datos preocupantes, la OMS alertó que millones de personas están en riesgo de contraer sarampión, una enfermedad altamente contagiosa que puede provocar encefalitis y neumonía entre otras complicaciones, y que es fácilmente prevenible con vacuna la triple viral (que también protege contra la rubéola y las paperas).

El efecto rebaño

Las vacunas son un medicamento y, como todo medicamento, pueden en algunos casos generar efectos secundarios que por lo general son leves y transitorios, como dolor en la zona de aplicación de la inyección o un poco de fiebre. El riesgo de ser perjudicado por una vacuna es considerablemente menor al riesgo de contraer la enfermedad que esa vacuna previene.

Como esas enfermedades, justamente por la vacunación, dejaron de ser habituales, muchas personas creen que no es necesario vacunarse. Pero la inmunización es fundamental no sólo para prevenir que cada persona se enferme, sino para proteger a los demás.

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Es lo que se conoce como “efecto rebaño”, ya que las personas vacunadas no sólo están protegidas ellas, sino que se genera una protección a toda la comunidad. Cuando, por ejemplo, un niño no vacunado –que podría suceder por cuestiones de salud- está rodeado de otros chicos vacunados, hay una especie de “blindaje” frente al patógeno. Para ello, las tasas de cobertura deben ser elevadas (por arriba del 95%). Sin embargo, cuando está con otros niños no vacunados, los virus tienen un acceso mucho más fácil y así es como se produce el rebrote de enfermedades que parecían olvidadas, como está ocurriendo ahora con el sarampión.

Cuando las tasas de vacunación son altas, toda la comunidad está protegida, y esto es especialmente importante para prevenir que se contagien los niños pequeños que aún no pudieron inmunizarse por su edad, las personas inmunosuprimidas y los adultos mayores en riesgo de contraer más enfermedades.

Las vacunas previenen enfermedades que son graves, potencialmente mortales y causantes de severas complicaciones. En los últimos años, la investigación clínica ha permitido avanzar en el desarrollo de nuevas vacunas, como la del virus del papiloma humano, que puede evitar varios tipos de cáncer femeninos. Pero está indicada ahora también a los varones, precisamente, para potenciar ese efecto de protección. Seguras y eficaces, las vacunas son una muestra de cómo la innovación salva vidas.

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Fuentes:

Organización Mundial de la Salud, Administración Federal de Medicamentos de EE.UU., Ministerio de Salud de la Nación, EFE Salud